Hegemonía Conceptual en los Discursos de Salud, y Centralización Legislativa de la Práctica Médica: la enfermedad según su origen, su diferencia, y sus utilidades.
EXAMEN 2
ANTROPOLOGÍA MÉDICA, ANTROPOLOGÍA UC
Hegemonía
Conceptual en los Discursos de Salud, y Centralización Legislativa de la
Práctica Médica:
la
enfermedad según su origen, su diferencia, y sus
utilidades.
Oscar Eduardo Gamboa para Diana Espirito Santo y su examinación
en Antropología Médica, Pont. Universidad Católica de Chile en 2020. Título alternativo:
Salud, deterioro e ineficacia de las estructuras gubernamentales
centralizadas.
4. Explique cómo ideologías de género influyen en el
diagnóstico, la experiencia y la descripción biológica y popular de la
enfermedad. Para esto refiérase a las dicotomías que se construyen en torno al
género y la enfermedad, y las implicancias que estas tienen (ej. La ciencia de
la reproducción, ideologías de masculinidad en relación con experiencias
violentas, etc.).
Primero, me
alejaré de toda particularidad etnográfica para caracterizar una epistemología
que se me aparece resonante: 1. Nosotrxs somos de esta forma, 2. Desarrollamos
construcciones de identidad en torno a esta forma, 3. Ser yo está bien, 4.
Ellxs no son nosotrxs, y 5. Ellxs tienen otras prácticas, por lo tanto, como 6.
No quiero dejar de ser yo, 7. Evito caer en prácticas distintas a las que ya
tengo, y 8. Reproduzco mi práctica a pesar del dolor para sostener mi
subjetividad; finalmente, (por 3, 4 y 5) 9. Lxs demás son inferiores.
Aterrizo esta abstracción con un
caso puntual. Siguiendo la investigación de Susie Kilshaw respecto de veteranos
de la Guerra del Golfo, una forma de entender la masculinidad, en su relación
con los malestares posteriores al haber participado activamente en las
prácticas de guerra, que termina coartando las posibilidades de autopercepción
de los dolores psíquicos que se sufren, porque el entorno de prácticas, el
idioma cultural de un soldado les hipermasculiniza y canaliza hacia la
interacción solo con enfermedades del cuerpo. El dolor físico y biológico es el
único aceptable, porque el enfermo está sumergido en un aparado identitario que
inundó las formas en las que se siente a sí mismo hasta el punto en el que este
considera que tener emociones no le corresponde
En una nota con un tono
completamente distinto, me centraré en la retórica sobre el óvulo y la esperma,
descrita por Emily Martin en The Egg and the Sperm: How Science Has Constructed
a Romance Based on Stereotypical Male-Female Roles
Con esta
profundización espero haber ilustrado el tono dicotómico diferenciante que denota
carentes a los cuerpos de las mujeres a la vez que enaltece la producción
masculina, promoviendo soterradamente la mantención de la distinción categórica
entre los dos grupos, pero este lenguaje no frena ahí. Debo mencionar que las
divergencias en las connotaciones se expanden también a ver al huevo como
protegido por un velo, y por lo tanto sagrado; como inactivo y a la espera de
ser inseminado o morir, y por lo tanto frágil y dependiente; en lugar de
proponerle términos activos, como en que el huevo “selecciona una pareja
adecuada, lo prepara para la fusión, y luego protege la
descendencia resultante del daño”[2]
5. ¿Cuáles son los desafíos,
tanto teóricos como en terreno, de la salud intercultural en Chile? ¿Cómo se
tendrán que repensar nociones como “cultura”, “naturaleza” y la misma “salud”
en este sentido?
Las tres partes que componen el grueso de quienes necesitan de los
sistemas de salud en Chile son lxs migrantes, lxs pueblos indígenas, y la población chilena
que no es parte de ninguna de las anteriores y que no tiene capital. Sin
embargo, una de estas relaciones es hegemónica—aunque de todas formas
precaria—otra ha sido históricamente soslayada, y otra irrumpe en el panorama
sociopolítico exponencialmente, desde hace algunas décadas.
Primero, la migración. Recuerdo a mi
abuela decir que “los negros están sucios” cuando me resuena lo que sentencia
Farmer
Respecto de poblaciones indígenas,
debemos hacernos cargo de las categorías ontológicas y su agencia influyente en
la vida misma de las personas. Estar sanx pude depender de agentes invisibles y
de la presencia de veedores con relaciones de convivencia con la persona a
quien le acaece la enfermedad
Sobre lxs pobres, me remitiré a
Rivas, quien comenta que “[l]a realidad era que había enfermos que importaban y
otros que no, y si eso era así había enfermedades que importaban y otras que
no, según el tipo de personas o poblaciones a las que afectaban.”
Sin embargo, hay otra pieza clave, y es que los sistemas de salud son
sordos a la voz de lxs migrantes. La institución de la salud debe entenderse a
sí misma como la encargada del Estado, y no como la directriz de ciertas formas
ya cristalizadas, provenientes de un mandato. Dicho de otra forma, si lo que se
necesita es comunicación e interrelación en las prácticas médicas, eso es lo
que debe reproducirse, y no una directriz hegemónica desde la ley escrita. Es
precisamente la autopercepción del Estado como ente omnisciente la que genera
problemas de equivocación comunicacional. El Estado considera que su función es
proteger cuerpos, lo que termina impidiendo el encuentro intercultural en
salud, porque el único competente es él mismo. En lugar de una conversación [a
escala sociológica] intercultural, en la que las prácticas se entienden y
enactúan en conjunción y flujo dinámico, lo que se tiene es una suerte de
cuestionario [también sociológico] multicultural, en el que se chequean
preocupaciones desde un poder hegemónico que dictamina por su cuenta,
considerando a las otras voces como un insumo, en vez de sentarse en la misma
mesa
2. ¿Cómo la biomedicina se expresa en el mundo globalizado?
Refiérase a las enfermedades transmisibles y al tráfico de órganos, además de
las relaciones de poder ejercidas por ambos elites y activistas políticos,
económicos y médicos en la conformación de estos dos campos.
La respuesta
es corta: igual que todo lo demás—en concordancia con presiones económicas.
Favio Rivas Muñoz propone que los grupos culturales rearman las concepciones de
aquello en lo que recae el foco investigativo en base a las prácticas
económicas, por lo que algunas enfermedades serán enfatizadas en términos de su
relación con los mercados, sea esta una de producción, en la que el mercado la
mantiene en términos controlables, o de detención, en la que esta parece
amenazar el funcionamiento de los mercados, generando la redistribución de los
recursos hacia su estancamiento y erradicación. Con esto en mente, entendemos que
el tráfico de órganos sigue la misma ruta que el capital, y de las expresiones
más estereotipadas de este: del sur se saca para llevar al norte; rara vez una
mujer recibe el órgano; dispersión de los agentes involucrados y sobreprecio
dado por esta dispersión; internacionalidad, y extractivismo.
Existe una gran diferencia, sin
embargo, entre la extracción de materias primas con este tipo de extracción:
son las vidas de personas las que se afectan directamente. Este es el pie por
subrayar, y rechazar la visión que agrupa en el lenguaje del tráfico—de armas,
de droga, de sexo, y ahora también de órganos—precisamente porque cristaliza al
cuerpo en sus inminentes comodificación y reificación, como un bien asequible,
como un bien natural instrumentalizable y cosificado y sujeto al mercado. ¿A
dónde apuntar con el brazo de la Justicia? Creo que el mercader se rige por las
lógicas de cualquier otro mercader, en las que tarde o temprano se difuminan
por normalización las fronteras de su moralidad; sobre quien recibe no puedo
hacer un juicio general, pero ¿no está todo dueño del capital demasiado lejos
como para interesarse por las víctimas? —mi teléfono fue fabricado por
esclavxs, y aun sabiéndolo participo del mercado. El médico cirujano, sin
embargo, es el único que sabe exactamente lo que está haciendo. Ve y realiza la
acción directamente, y la culpabilidad más profunda recae en este gremio que se
ve a sí mismo como “sobre la ley (…) rompiendo tabúes anticuados bloqueando el
paso a las capacidades tecnológicas de vanguardia”
Matizaré en base a Didier Fassin, quien propone a “la salud como la
relación del ser físico y psíquico, por un lado, y del mundo social y político,
por otro”
“las lógicas sociales y los
presupuestos morales que sostienen hoy la fabricación del genoma y sus empleos
potenciales, por un lado, la medicina humanitaria y sus implicaciones
internacionales, por el otro, deben ser pensadas en conjunto”
A la vez que
emerge una naturalización de la cultura y una culturización de la naturaleza
porque la técnica es capaz de inyectar bios en la emergencia cultural
bidireccionalmente. La biomedicina sería una expresión dinámica que atañe a la
esfera del biopoder.
Desde la disciplina antropológica,
finalmente debe entenderse la relación con lo biomédico en torno al peso en las
prácticas que irremediablemente implica, la interrelación y la localización de
quien sufre la enfermedad o la cirugía, y el cambio paradigmático que invocan
las nuevas formas de entender esta relación con cuerpos y técnicas extrañas.
Bibliografía
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[1] Uso el
término mujeridad como una categoría que remite a la ontología, a un
[posible o cierto] ser mujer, en independencia de una práctica, que
encierra el término feminidad. Ser y hacer tienen
diferencias sustanciales: lo que el soldado no quiere es ser una mujer, y esto
le hace actuar en concordancia.
[2] Mi
traducción. Cursivas en el original.