me miró de frente y me dijo toda la verdad, y supe, teniéndola en mis brazos endurecios por la tensión, que nunca más podía permitirme confiar en la verdad.
el caos que nos volvió inseparables, inextricablemente paralelxs, las llamas que nos mantienen en el éxtasis de tocarnos, sabernos y ser porque hemos estado, todo lo que nos funde en un cascada de lava ardiendo, la pasión exagerada y la importancia de las voces con las que cantamos, la precisión instintiva y analítica que fluye solo en nuestros canon a dos voces, y toda la armonía que nos desequilibra en su disonancia congnitiva, hacían que la verdad, la absoluta y más profundamente hermosa honestidad de nuestra última noche juntxs fuera tan efímera como era real.
mi estado de emergencia es prever sus movimientos con semanas de anticipación, y verla indundarse de la vida contenta y crítica que le permite querer estar cerca de mí en las ventanas de sus propios estados de emergencia; mi estado de emergencia es ver, pero que no me sea lícito el involucramiento. sus estados de emergencia están llenos del espacio que hicimos emerger estando juntxs: el mundo, y todo lo que existe, lo aprendimos porque nos afectamos estando en él--sus estados de emergencia son la ventana a nuestra propia interioridad, y estamos cansadxs de tener que sentirnos en cada pensamiento. sus estados de emergencia llegan exactamente cuando los míos terminan. por mi causa ella sabe exactamente a qué resistirse, y por su causa yo sé exactamente que la eternidad será una victoria cada vez que vuelva a abrazar su cuerpo, escuchar su voz y sentirla entera estando inundada de su fugaz y eterno estar enamorada de mí.
olvídanos cuantas veces sea necesario. arrepiéntete y arrepiéntete de haberte arrepentido. mis puertas siempre desaparecen cuando te sienten necesitar que sean disueltas, y, adentro, voy a estar sonriente, enamorado, melancólico, risueño, profundo, completo y caliente, esperándote en un retorno que, aunque sea efímero y sufra de tu resistencia, siempre será la absoluta verdad.
muerta su función, un actor inerte se vuelve agente a través de la resignificación continua y recurrentemente impregnada en su materialidad. la ciudad se encarga del mantenimiento de monolitos espontáneos, haciéndoles participar de su propio flujo cultural, hasta que tanto lo artificial como lo fantasmagórico aparecen únicamente en el ejercicio analítico: la agencia emergente es, en este punto, autopoyéticamente patente.
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