Hotwheels

HOTWHEELS

viniste a valpo a quedarte con tu séquito. nos estábamos quedando cerca y nos veíamos como una vez a la semana—a propósito, pero a la mala—y otras nos topábamos. también me topaba con tu séquito cuando bajábamos a comprar chela, o tu grupo bajando y yo subiendo.

en tres semanas estábamos todxs acostumbrads y con la Y~ ya nos reíamos cada vez que nos cruzábamos. tú y yo nos íbamos a los pastizales a mirar las vacas—era un valpo más bonito, con humedales, espacios abiertos y vacas libres—pasábamos toda la tarde piola viéndolas pastar mientras bajaba el sol, pero cuando ya estaba muy oscuro los pestañazos te delataban, te sentíai traidora y virábamos rápido. nos separábamos a dos cuadras de las casas, pero yo compraba una cocacola en el negocio en común, más abajo, pa tenerla de excusa si nos veían antes. nos topábamos caleta, a esa altura hubiese sido raro que no subiésemos juntxs si nos encontrábamos a la misma hora.

tres semanas, tres veces pastizales. pastizales bonitos. las vacas tomaban agua del mismo pasto largo, y a nosotrs se nos mojaban los tobillos si bajábamos a jugar a ser vaca. tres semanas secándonos al sol con neblina mientras se agrandaba en el horizonte.

cuando no estaba contigo, en todo caso, no estaba solo. mi casa era angosta, torcida y de madera dura, elegida a mano pa llenarla con rampas y jugar con hotwheels. estábamos en valpo por la competencia anual, todos los días comprando autos nuevos con mejores saltos. el Eme y el R~ se especializaron en trenes y en autos más grandes a control remoto. veníamos de ir a comprar la última vez que te vi.

pasamos a tomarnos un vino después de unas compras grandes. el Eme se llenó de trenes de colección y yo me compré los últimos dos autos antes de la competencia, pero el R~ tenía una bolsa gigante con las ruedas asomándose coquetas pa salir a jugar en la noche, así que lo sacamos. íbamos curaos, un poco, y riéndonos como mandriles, corriendo con el control remoto mientras hacíamos rebotar el auto con las casas y saltar por los techos. el R~ acelera con una vuelta y el auto salta de una casa y se va pa donde no lo vemos. nos asomamos por un techo al final de una carcajada y cachamos que tenía el auto en la mano el Rafael Leao, tu pololo (búscalo, son iguales).

un punky zopiclona rompe la tensión y nos cagamos de la risa todxs, nosotros en el techo, ustedes en los pastizales. el Rafael Leao está girado en su puesto, sentado en los pastos mirándome patrás, con una sonrisa amplia y ojos cómplices, y me invita una chela. el Eme y el punky ya eran amigos, y el R~ está satisfecho con que el auto haya resistido el pasto y el agua, y hace rato que se había estado pelando en secreto con la Y~. tres semanas. ya era tiempo de juntar los grupos, pero te miro a la cara y estabai gris, estática con furia. con el R.L. de espalda al techo, tú estabai de frente, frente a él y frente a mí, con la noche y las sombras escondiéndote los músculos tensados y las garras enterradas en el suelo con las que estabai a punto de atacar. me bajo del techo y me acerco directo al Leao mientras tus ojos se hacen gigantes y tu cuerpo completamente quieto. corro peligro.

—mañana su chela, después de darte clases de salto en rampa— le digo sonriendo. recojo el auto del R~, doy media vuelta y desaparecemos por un pasaje.

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Actores y Agentes en los Flujos Culturales

Actores y Agentes en los Flujos Culturales
muerta su función, un actor inerte se vuelve agente a través de la resignificación continua y recurrentemente impregnada en su materialidad. la ciudad se encarga del mantenimiento de monolitos espontáneos, haciéndoles participar de su propio flujo cultural, hasta que tanto lo artificial como lo fantasmagórico aparecen únicamente en el ejercicio analítico: la agencia emergente es, en este punto, autopoyéticamente patente.

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