Respecto de las Neoliberal Captivities de T. L. Spira

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FICHA DE LECTURA 3.5.[1]

Oscar Eduardo Gamboa respecto de Neoliberal Captivities, por T. L. Spira en 2012.

junio de 2019

Pisagua es una cautividad neoliberal, donde “la violencia [estatal] se subsume a estructuras normativas (…) cotidianas [neoliberalizadas]” (Spira, 2012, pág. 128)[2]. Pisagua completo, no solo edificaciones—centros de tortura moral, no de inteligencia—sino todo ese territorio en el que el estado dictatorial formalmente[3] forzó hegemonías hipermasculinizantes con tácticas de guerra de alta intensidad e “imposición brutal de la mano dura” (pág. 133) aparece, en postdictadura, reformulado para consumo y sujeción[A1] : no solo excárcel vuelta hotel, todo Pisagua es experiencia turística.

En cautividad, subyugación formal torna en informal, exotizando como “clave de colonización” (Spira, 2012, pág. 130). Esta táctica contrarrevolucionaria de guerra de baja intensidad “ent[ierra] (…) antagonismos raciales y de género” (pág. 129) sin abolirlos[A2] . El ultraje a disidencias particularmente riesgosas para la moral heteropatriarcal queda ocultado e irresuelto, pasando “de golpe a transición, de destrucción (…) a [cotidianización] del terror” (pág. 138).

Sintetizando, la lógica de captividad neoliberal soslaya sus violencias originarias reapropiando espacios históricos, cristalizando subjetividades subyugadas en alteridades pasadas, informalizándolas como objeto de turismo bajo discursos pacifistas [A3] y neutrales que en la práctica redistribuyen la violencia contrarrevolucionaria hasta ser “absorbida por corazones, mentes y territorios íntimos de los mismísimos sujetxs” (Spira, 2012, pág. 136).

Propongo ver un neoliberalismo que ya arrasó las estructuras estatales, confundiendo conceptualmente delegación funcional[4] y privatización axiomática[5], disolviendo hegemonías tradicionales y dispersando fuentes de poder. Del estado, entonces, no surgen sino tropiezos; más aún, las categorías morales se disputan en espacios interpersonales abiertos, institucionalmente independientes. El estado sigue mandatando, pero como cadáver; sus legislaciones decadentes palidecen, obsoletas, ante formulaciones dinámicas para las que la delimitación territorial es un absurdo ininteligible.


NOTAS


[1] Una versión extendida de esta ficha estará disponible mediante solicitud en oegamboa@uc.cl

[2] Traducciones propias

[3] Declaradas y dirigidas centralizadamente

[4] Privatización pragmática de operaciones; no entrega poder; exige cumplimiento de contratos estrictos

[5] Privatización por principio. El estado se disuelve por licitación, oportunidad y/o corrupción



Bibliografía

Spira, T. L. (2012). Neoliberal Captivities: Pisagua Prison and the Low-Intensity Form. Radical History Review, 112, 127–146.

 



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